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MANIFIESTO ACUARIANO




Este último novilunio siento que he llegado a un punto límite. Como la mayoría de quienes leéis esto supongo, he procurado con mayor o menor éxito gestionar mental y emocionalmente los sucesos de los últimos dos años, digerir sin envenenarme lo que considero la mayor estafa y el mayor autoatentado contra la vida, la salud, la libertad, el amor, la justicia… que hasta donde tengo noticia—dentro de una histórica y abundante serie—la humanidad ha sufrido hasta ahora. Mi conciencia me ha impelido a denunciar la situación casi desde el primer momento, creo que no se necesitaba ser ningún experto en ninguna puta mierda, tan sólo tener un mínimo de intuición y sentido común. He intentado mirarlo todo desde una perspectiva elevada, no siempre me ha sido posible. Y reconozco que lo que más me ha frustrado no ha sido la malevolencia de los de siempre, tampoco el asombroso y galopante borreguismo de la mayoría, sino el silencio aquiescente de las que creía almas hasta cierto punto afines. Hasta que me he ido dado cuenta de que esa frustración en realidad era toda ella proyectada y autogenerada. Pues en realidad mi mayor amargura ha sido sentirme impotente para expresar o hacer más en todo este tiempo. Ha sido estos días cuando he tocado fondo: en sueños se me ha mostrado una zona ciega de mi psique, y en la vigilia han aflorado en mi un hartazgo y un cansancio antiguos, una desidia, vergüenza e impotencia alimentadas durante toda una vida de mayormente evitar, pero también a menudo normalizar, agachar la cabeza, obedecer, consentir, achicarme ante una autoridad externa que muy en contadas ocasiones ha demostrado ser digna de tal nombre; de aguantar resignado la estupidez, la injusticia, el absurdo, la fealdad y la malicia de este sistema que secuestra, mercantiliza, parasita, envenena, enfrenta y esclaviza nuestras almas desde el momento en que nacemos, convirtiendo en el proceso a nuestros semejantes e incluso a nosotros mismos en carceleros, en cómplices y adoctrinadores de su mentira.


Estoy cansado de atesorar un silencio resignado y sometido, cansado de anular el poder creador de realidad que tienen mi imaginación y mi palabra, cansado de aceptar realidades y futuros impuestos por los magos negros que sojuzgan este mundo hace milenios. No lo consiento más. Mi corazón, la llama soberana que reina en mi centro ya no me lo permite. No me permite eludir más, seguir manteniendo en exilio a mi propia autoridad, mi plena responsabilidad sobre el presente que habito.


Es por eso que desde ahora mismo, desde la autoridad que me da el saberme esencia divina vehiculizada en este ser humano, declaro que quedan descartados en mi realidad los planes que los representantes del enfermo ego colectivo tienen para nosotros, su futuro totalitario y esclavista ahora ya presentado sin ningún pudor, con el descaro de quien equívocamente cree tenerlas todas consigo. Alzo mi voz, el poder de mi palabra, la adhiero a un creciente y cada vez más multitudinario coro de semejantes soberanos y libres de espíritu, y me declaro co-creador y partícipe de una revolución ya en marcha, una como nunca ha vivido o conocido la memoria de la humanidad actual. Me uno a la proclamación común de un despertar, un parto planetario, un movimiento imparable que, acelerado por la presión de la sombra colectiva, tiene de fondo una masiva elevación de la consciencia, la transición al siguiente nivel de su despliegue en espiral.


Esta situación ha sido la gota que ha colmado el vaso, vehículo colectivo que se viene llenando durante siglos, milenios de mutua opresión, sufrimiento e ignorancia. Un recipiente físico, emocional, mental y energético que ahora ha de ser vaciado, purgado de todo tóxico, distorsión, ilusión y parasitismo, en una gran coalición humana que trasciende fronteras, culturas, razas, género, ideologías y clases sociales. Hemos tocado fondo, y el tiempo de alzarse ha llegado. Alzarse hacia la luz de nuestra autenticidad en un giro que no admite tibiezas. Si te preguntas si es el momento que estabas íntimamente esperando para sacar lo mejor y lo más genuino de ti, la respuesta es afirmativa—te lo digo y me lo digo: es ahora o nunca—. Hemos de tomar ya mismo el mando de nuestras vidas con todas las consecuencias. No podemos permitir que los artífices de un pasado injusto, desigual, cruel, sigan dictando nuestro futuro. Han demostrado no estar a la altura, no estar precisamente al servicio de la humanidad como colectivo ni por supuesto del planeta vivo que nos acoge. Podríamos decir que han estado al servicio únicamente de sí mismos, pero ni siquiera eso sería acertado. Creyendo servirse a sí mismos en realidad han estado sirviendo a la oscuridad, al sufrimiento, a la ilusión. Son víctimas de su ceguera. Podríamos decir que lo único que merecen es desprecio y ostracismo, pero son espejos de nuestra oscuridad condensada, y en el fondo sólo merecen compasión.


Tanto quienes han planificado, ejecutado y promovido este genocidio encubierto, esta gran operación, madre de las banderas falsas y de los más desquiciados y húmedos sueños de tiranía, tanto quienes lo han aceptado y consentido, también quienes venimos denunciándolo con mayor o menor vehemencia, somos todos reflejos de la consciencia colectiva de la humanidad, células de un gran organismo cuya íntima naturaleza es la divinidad, y lo que llamamos evolución es el proceso de su despliegue, de su florecimiento. Esta danza no premia a los más fuertes ni a los más aptos, sino que ensalza a los amantes, a quienes mejor cooperan, a quienes antes se reconocen como semejantes en esencia, a quienes no se apegan a sus formas transitorias, y se avienen a soltar, y a celebrar con gratitud la maravilla de su creatividad siempre renovada, su manantial inagotable de belleza e imaginación. Por eso no hay duda de cual va a ser el resultado de este proceso: la Vida y el Amor se van a abrir paso a través nuestro.


La presión que ahora sentimos culminando viene ya gestándose hace décadas, siglos, milenios. Ha impulsado a grandes almas a abrirnos camino mediante el arte, las ideas, la difusión de enseñanzas antiguas custodias de auténtica sabiduría. Ha pujado para que en esta vida particular tengamos a nuestra disposición tantos medios, caminos y técnicas para sanar y despertar a nuestra verdadera naturaleza, para purificar y liberar la parte que nos toca de un karma colectivo que este tiempo ha llegado a su maduración. Y quizás sin la oscuridad, sin la sombra que ahora se nos muestra en toda su ignorante perversión, seguramente no hubiésemos ganado el impulso motivador para llegar hasta aquí, la determinación necesaria que en este momento nos impele a dar lo mejor, como si no hubiera un mañana.


Pues no lo habrá si consentimos un futuro como nos presentan en su agenda quienes pretenden dirigir el rumbo colectivo en la actualidad, claros ejemplares del grado de obscenidad al que puede llegar la fijación de un sentido de identidad separado. Nuestros descendientes no han de vivir chipeados, castrados, perpetua y totalmente monitorizados y dirigidos sus actos, pensamientos, emociones, cuerpos enchufados a mayores niveles de ilusión, reducidos a poco más que batidos orgánicos para alimento de la máquina de lo doble. Por el contrario, hemos de garantizar que las futuras generaciones vivan libres de este sistema injusto y tiránico que ha procurado por todos los medios parasitar nuestro poder para crear una prisión colectiva y perpetua con su tenebrosa magia.


Por eso todo este montaje ha de caer. Ha de caer el sistema político, económico, legal, sanitario, académico, educativo, alimentario, sanitario… prácticamente todos los estamentos de nuestra sociedad están corruptos o están fundados sobre intereses espurios y premisas contrarias a la vida y a la ley natural, a la verdad y a la belleza. Quizás algunas de las estructuras se podrán mantener en parte, muchas necesitarán ser renovadas por completo. Puede esto parecer una tarea imposible, pero no lo es. Para dar a luz y construir esta nueva sociedad, se nos va a pedir y facilitar ser canales de la creatividad cósmica, recuperar nuestro poder, nuestra magia secuestrada, para así gestar y manifestar un nuevo Renacimiento.


Tendremos que atravesar en el proceso una etapa de transición mientras todo es renovado, y seguramente habremos de decrecer en lo material por necesidad, prescindir en nuestra cotidianidad de muchos elementos que creíamos indispensables. No haya lamentos: si queremos que nuestras sociedad se funde sobre el auténtico valor de lo esencial, es necesario que se revele todo lo superfluo en ese sentido. Veremos con seguridad que en otros aspectos de nuestras vidas—como el contacto humano—florece una abundancia, una dimensión amorosa de una autenticidad sin precedentes en nuestra memoria.


En última instancia la nueva sociedad se fundará desde el reconocimiento efectivo de la esencia divina omnipresente en cada ser humano, criatura y partícula de esta Tierra, dirigida mediante el impuso creativo hacia la Verdad y el Amor como ideales. Lograremos en colaboración conjunta construir una civilización auténticamente planetaria, holística, respetuosa y cooperativa con la Vida y el Cosmos. Tenemos ya modelos y lineas a seguir, algunas de las almas más inspiradas nos han transmitido ese legado a través de su arte. Es hora de atender, ampliar y desarrollar esas visiones de utopía colectiva soterradas hasta ahora por toda la propaganda distópica, esa que su industria de entretenimiento y programación mental nos ha vendido en las últimas décadas como única narrativa posible. No podemos conformarnos con menos. No importa cuantas generaciones y encarnaciones hagan falta, lo vamos a conseguir, porque para eso estamos aquí, para participar en el despliegue de la consciencia y su florecimiento solar. Es hora de poner sobre la mesa nuestros ases y aunar sabiduría sensible e intuitiva, valor y fuerza, con el auténtico poder creador que nos habita. Es tiempo de darle la vuelta a esto de una vez por todas.


Imagen: The Great Turn, Alex Grey (2020)


(Este texto no tiene dueño, lo puedes compartir, reutilizar, reciclar o readaptar para propio o común provecho si así lo sientes)

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