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NUESTRO HOGAR ENTRE VIDAS

El cielo, el paraiso, las tierras puras, las ciudades celestiales, el Valhalla, el Hades, los campamentos de caza en los reinos del gran espíritu… La creencia, o la información sobre el lugar al que vamos al dejar el cuerpo físico está presente en casi todas las culturas y tradiciones a lo largo de los siglos. "Donde el río suena, agua lleva", y parece bastante lógico que la realidad de la experiencia postmortem se adecúe a las creencias y a la cultura de la persona fallecida, sobre todo si ésta está muy apegada a la identidad que acaba de interpretar. También parece que al irse desidentificando las almas de sus personajes y culturas asociadas, van siendo conducidas a lugares menos concretos y más etéreos, en los que recuerdan su naturaleza de almas, si es que están preparadas para eso.

A menudo encontramos a su vez puntos en común en las diferentes tradiciones en cuanto a la gradación de lo “elevado” “luminoso” o “disfrutable” de estos lugares: tenemos reinos celestes o paradisiacos para los que “se portaron bien”, pero también reinos infernales para los que “se portaron mal”. Y también hay purgatorios o lugares intermedios para los tibios. Por lo que sabemos hoy en día respecto a las dimensiones astrales y sutiles, parece claro que esas divisiones corresponden a entornos frecuenciales más o menos elevados, con los que las almas desencarnadas sintonizarían después de dejar el cuerpo físico en base a sus frecuencias predominantes. Aunque la cosa parece ser algo más compleja. Me explico: si te mueres en paz y llena de amor de seguro vas a conectar con dimensiones elevadas, pero si lo haces llena de odio o de tristeza no necesariamente vas a ir a un bajo astral o a un infierno. Hay varias posibilidades: puede que te quedes por ahí un tiempo perdida, puede que te catapultes sin enterarte de nada a una nueva vida, o puede que necesites pasar tarde o temprano por un purgatorio o lugar de reacondicionamiento. Se hace evidente también que hay toda una organización en el más allá que gestiona en cierta o en total medida los procesos y aprendizajes concienciales, como puede ser el mismo mecanismo de reencarnación.

La película Nosso Lar (2010), basada en el libro homónimo del médium brasileño Chico Xavier, nos mostraba la realidad (o al menos una parte) de la experiencia después de la muerte o del espacio entre vidas. En ella, se cuenta la historia de André Luiz, un médico racionalista y egocentrado, que fallece tras un cáncer de pulmón. Al dejar su cuerpo físico André se ve confrontado con su oscuridad interna en una especie de purgatorio o bajo astral, donde es acosado por otras almas perdidas, hasta que es rescatado y llevado a una ciudad celeste en la que tecnología y naturaleza se combinan de forma armoniosa. En ese espacio, las almas se recuperan de la vida en la tierra, aprenden y preparan sus próximas encarnaciones, y allí, André Luiz recordará su identidad como alma y el sentido de la existencia.

El film, que tuvo bastante éxito en Brasil, no es, sin embargo, muy conocido en el mundo hispano, salvo por personas interesadas en la espiritualidad y el despertar de la conciencia. El cine había hecho ya tentativas a la hora de mostrar el espacio entre vidas, por ejemplo con la más conocida Más allá de los sueños (1998) o Hecho en el cielo (1987). Ambas son, para mi gusto, bonitas y reveladoras películas, aunque igual no tan detalladas y tan verosímiles como Nosso Lar, quizá porque esta última está basada en una transmisión que recibió Chico Xavier y cuenta una historia supuestamente real.


Calificar como “verosimil” una obra así parece de primeras algo complicado, ya que estamos hablando de la vida después de la muerte, y ¿quién recuerda por lo normal una experiencia con la que contrastar esa realidad? Tendría que ser alguien que hubiese ido y venido durante su vida actual, o que recordase su vida antes de nacer en su actual cuerpo físico, lo que no es muy corriente.


Pero ¿Y desde el campo de la Terapia regresiva, en el que estamos continuamente hablando de vidas pasadas, ser superior, guías…? ¿Se obtiene información al respecto de la vida entre vidas y los espacios del mundo astral al que van las almas después de dejar su cuerpo físico? La respuesta es sí, y con bastante frecuencia. Incluso hay terapeutas y escuelas, como la del recientemente fallecido Michael Newton, cuya terapia está basada básicamente en el revelador y sanador contacto con estas dimensiones superiores del espacio entre vidas. En una sesión y al visitar ese espacio, la persona puede, por lo general, rememorar su propósito como alma y obtener guía y perspectiva superior sobre su vida actual.

Así que, en efecto, podríamos comparar esa información obtenida en las sesiones de TR con lo mostrado en Nosso Lar. En mi práctica, manejo esas técnicas, pero no fuerzo las sesiones para ir al espacio entre vidas, porque a veces la persona no está preparada, ni tampoco es necesario para solucionar un tema en cuestión. No obstante, en bastantes ocasiones he visitado esos espacios acompañando a mis clientes, y yo mismo he ido como paciente cuando he necesitado ir. Sirva como ejemplo dos casos reales sacados de mi consulta, con ciertos elementos semejantes: ambos tienen que ver con suicidios impulsivos y en ambos aparecen abuelos como guías de entrada. Uno lo relataré en tercera persona, y el otro, que es más detallado, transcribiendo parte de la consulta.


Caso 1: Victor


En este caso habíamos hecho antes una lectura de la carta astral de la persona, un hombre a quien llamaré Victor, y habíamos visto la existencia de ciertas posiciones que indicaban, entre otras cosas, un posible miedo a la miseria (Nodo sur conjunto a Quirón en Tauro en V, en cuadratura con Saturno en Leo en VIII) y también una posible ira o rabia reprimidas de origen ancestral o de vidas pasadas (Luna conjunta a Lilith en Aries), temas que resonaron profundamente en circunstancias de la vida actual de Victor. Disponíamos de esa base para comenzar la sesión.


Tras la relajación y la inducción al trance (recordemos que en este tipo de terapias la persona es plena y continuamente consciente de lo que sucede dentro y fuera de la sesión) Victor fue directamente a una vida pasada: comenzó a describir la vista de una ciudad desde las alturas, que al descender resultó ser Londres. Había carruajes y gente vestida de época algo más antigua. Era el siglo XIX. Se vio vestido con sombrero y con traje elegante, caminando por la calle de la mano de la que parecía ser su mujer. El se llamaba John y ella Mildred, y entraron a un banco (leyó “Royal Bank of Scotland”) a sacar sus ahorros, pues iban a emigrar a Nueva Zelanda en busca de un futuro mejor.


Tras la travesía y tras llegar a la nueva tierra, se construyen una casa, y Víctor-John entra en el negocio de la cría de ovejas y el comercio de la lana. Al avanzar la sesión hacia un momento importante, se ve un momento en el que ya tienen dos hijos, y en el que su empresa entra en quiebra. John está en un viaje de negocios a una ciudad cercana, y en busca de una solución rápida, cae en la tentación del juego (casa V). Pierde en una noche todo lo que le quedaba, más la propiedad de la casa, que había tenido la mala idea empeñar en la apuesta final. Hombre sanguíneo, aturdido por el alcohol, desesperado, no se atreve a afrontar la vergüenza de contárselo a su mujer. Sin ver salida alguna, en un impulso desquiciado, se pega un tiro en la cabeza en una mugrienta habitación de hotel.


Lejos de acabarse sus problemas, al ver su cuerpo muerto y a él mismo fuera del cuerpo, se topa con la cruda realidad. No solo sus problemas no han acabado, sino que ahora toma plena consciencia de lo que ha hecho, de que ha dejado a su mujer sola con sus hijos y con la casa empeñada. La vergüenza y la culpa son ahora incluso mayores, se las llevará como memorias energéticas en su alma, junto con un miedo a la miseria (miseria=situación de perdición y de muerte) (Quirón en Tauro cuadratura Saturno). Aunque también hay una sensación apaciguada, como de verlo todo desde lo alto, como de ligereza y despreocupación…y poco a poco se va elevando, flotando hacia una luz que está por encima de él.


Aparece en una especie de pradera inmensa, llanuras y suaves colinas de hierba verde bajo una luz levemente dorada, un paisaje que le tranquiliza. Hay un camino, una especie de carretera de tierra, y ve venir a lo lejos una carreta tirada por dos caballos. A medida que se va acercando distingue que quien la dirige es una especie de anciano con aspecto de campesino. Cuando para a su lado, lo mira a los ojos, y el hombre le sonríe. De pronto, lo reconoce: ¡Es su abuelo! Víctor-John llora en la camilla del aquí y ahora con fuertes espasmos de emoción. El abuelo de John era un campesino inglés, y es él quien viene a buscarlo, con la imagen que John recordaba de su infancia. John ahora se ve así mismo como un niño que se monta en la carreta junto a su abuelo, se recuesta contra su familiar presencia, y el traqueteo de la marcha le arrulla hasta quedarse dormido.



John despierta en otra camilla, esta vez, como veremos, en el espacio entre vidas. Parece una especie de hospital. Ve a otros tumbados como él, y lo que parece personal de enfermería junto a ellos haciéndoles lo que a Víctor le parece una especie de reiki o imposición de manos. A él le están restaurando energéticamente la zona de su cabeza, alterada al pegarse el tiro. Víctor sabe que está en una especie de espacio astral, y cuando sale de ese hospital ve un paisaje con construcciones y espacios muy semejantes a los de la película de Nosso Lar. Después se ve en un espacio a solas, es un paisaje natural donde está recapitulando su vida anterior y preparando su próxima encarnación. Allí comprende, desde la calma, los fallos que cometió y las consecuencias de sus actos: su mujer y sus hijos, abandonados, arruinados y sin hogar, tuvieron que volver a Inglaterra a vivir con sus parientes. Se da cuenta de que se dejó llevar por la impaciencia, la desesperación y la desconfianza en la vida, no supo manejar la situación, y no pasó los aprendizajes que se había impuesto en esa vida. Son tareas que se llevará pendientes, junto con las emociones transferidas y el miedo a la miseria.


Victor-John no pasaría mucho tiempo en esa ciudad celeste y volvería a reencarnarse pronto.


Baste decir aquí que la sesión continuó, pedimos la presencia de su ser superior y encontramos la manera de desprenderse de esas emociones y miedos, en este caso optando por cambiar la historia. Más adelante en la sesión afloró el tema de la ira, que vimos tenía en efecto parte ancestral y parte origen en una vida de una época bastante antigua en la época de las conquistas babilonicas. Pero esa es otra historia.




Caso 2: Ruth.


En esta ocasión el motivo de la consulta tenía que ver también con un suicidio. No dispusimos de datos astrológicos. Francisco, la pareja de Ruth, se había suicidado hacía varios años, y desde entonces lo percibía cercano a ella con mucha fuerza. Soñaba mucho con él, sentía en ocasiones arrebatos de tristeza profunda, muchas cosas en su vida salían mal, y ella sospechaba que él había estado todo este tiempo alrededor de ella y de sus hijos, incluso había creído verlo en alguna ocasión.


Después de la inducción, le pido a Ruth que vaya a alguna de esos momentos, y al instante ve a Francisco, y puede hablar con él. Efectivamente, se ha quedado rondando la casa, primero por miedo a perderse en el astral, y segundo por la creencia de que así podría proteger a su familia.

Él no quiere dejarla a ella y a los niños, por mucho que se le diga que quedándose de fantasma está perjudicando a su familia.

Le digo que hay gente que le ama y que le está esperando para ir a un lugar mejor, donde el podrá seguir su evolución y podrá ayudar mucho mejor a su familia que desde aquí. No me cree, pero le digo que observe quien viene a buscarlo, y al instante aparece(me lo va contando Ruth) su abuela. El se echa a llorar, porque la quería mucho, y se emociona al verla. Pero aún

me cuesta convencerlo para que acepte a ir con ella. Le digo que le prometo que podrá volver si no le gusta el sitio. Además Ruth le podrá acompañar también y volver con él si no quiere quedarse. Al final entre todos le logramos convencer para que pruebe.


Así que ahora nos vamos todos de excursión a la luz: Ruth, Francisco, la abuela de Francisco y yo. Le voy preguntando a Ruth lo que va viendo


—Es un lugar muy luminoso, como una ciudad en el campo, hay construcciones con formas muy bellas, como de cristal…

—¿Te parece que hay casas también?

—Hay casas, hay arboles, hay flores…pero todo es mucho más bonito.

—¿Y qué hace la gente allí en ese lugar?

—Unos pasean…hay gente paseando, veo una mujer que va con su niño de la mano, caminando…Otros están en unos jardines, otros van con túnicas blancas como si fueran alumnos de una escuela, todos en grupo. Hay toda clase de gentes, de razas. Ahora la abuela esta diciendo que Francisco también tiene que ir también a una escuela, como a aprender algo, pero el dice que no se quiere quedar allí.

—¿Y por que no se quiere quedar?

—Porque tiene miedo a no vernos mas.

—Ah claro, muy bien, vamos a preguntarle entonces a la abuela si os puede seguir viendo desde ese lugar, a ver si le puede decir como, para que el este tranquilo.

—Ella se lo muestra. Hay un sitio apartado, un valle, en el que te puedes sentar en la hierba y mirar una pantalla, como si miraras el horizonte. Y piensas en la persona y ves lo que esta haciendo, ves como esta.

—Pregúntale si desde allí uno se puede comunicar con los seres que quiere, mandarles mensajes, sueños…

—Dice que sí, que mucho mejor.

—Y desde ahí se tiene una perspectiva mucho más grande de lo que pasa, ¿verdad? Puede uno saber por qué pasan las cosas y ayudar a sus seres queridos mejor.

—Sí, es cierto. ¡Oh! ¡Qué sitio más bonito! ¡Hay ángeles!

—¿Y cómo son estos ángeles?

—Pues son personas, realmente son personas con alas blancas, como de plumas, es como uno siempre los ha imaginado. Y vienen, se desplazan por al aire, pero se desplazan como flotando, sin abrir sus alas.

—Pregúntale a Francisco si le gusta el sitio.

—Me dice que si, pero para estar todos allí.

—Dile que quizá ya llegara el momento, cuando pase vuestro tiempo, porque todos vamos a ir ahí, ¿verdad?

—Sí, ya estaremos todos juntos aquí, porque seguramente el tiempo aquí pasa mas rápido.

—Pregúntale a la abuela o a alguien que venga para informaros ¿Cómo transcurre el tiempo en ese sitio?

—Dice que es como si no hubiera tiempo, que piensas en ir en algún sitio y ya estas ahí, no es como en la tierra.

—¿Entiende Francisco todo esto?

—Sí, pero me esta agarrando de la mano, como que no sabe si quedarse o no. Le digo que se quede por su bien y por el nuestro.

—Claro, bueno, vamos a hacer una cosa. Él seguramente desde ahí puede ver los dos futuros. ¿Qué pasaría si se queda con vosotros en la tierra? o ¿Qué pasaría si se queda ahí, para él y para vosotros? ¿Puede ver las dos opciones y decidir? Pregúntale a la abuela si se lo puede mostrar en una pantalla o algo así.

—Pregunto si seria posible que él lo pudiese ver, para que decida. Si se queda para nosotros va a ser peor, porque él esta muy sobre mi. En vez de ayudar a veces me pone muy triste. El ya se está dando cuenta, que no esta haciendo bien quedándose ahí ¡Y que tiene que obedecer aunque sea una vez!

—Claro, él se pensaba que igual era mejor quedarse, pero no. Pregúntale si ya lo comprende.

—Dice que sí. Le digo que va a esta con su abuela, que no va a estar sólo, que no tenga miedo. Me dice que tengo que ayudar a su madre. Yo eso ya lo se.

—Te quiere decir algo antes de despediros?

—Me dice que cuide de los niños. Llora mucho porque..se arrodilla y llora y llora.

—Bueno, esta bien que salga toda esa emoción que el tenia dentro, toda esa tristeza. Dile que va a poder hablar con vosotras cuando quiera, que os va a poder ayudar, mandar mensajes cuando lo necesitéis, consejos…

Nos vas a poder ayudar, y no te vamos a olvidar...

—Y antes de que se de cuenta vais a estar allí otra vez juntos….

—Dice que sí, que lo sabe.

—Bueno, pues este es su lugar.

—Me está preguntando si se si ahí habrá motos y barcos para navegar. Sí, seguramente habrá de todo eso, sí—le digo. Su abuela me dice que ahora todo nos va a ir mejor.

—Ya que desde ahí se tiene información privilegiada, ¿Hay algún consejo que te quiera dar ahora la abuela de Francisco para ayudarte en tu vida?

(le da unos consejos para su vida)

—Francisco me dice que siente el dolor que nos ha causado, porque no merecíamos eso..

—¿Sientes alguna emoción en alguna parte de tu cuerpo, algún dolor?

—Si, porque me gustaría haber evitado algo así.

—Bueno el dolor es una energía que se queda en el cuerpo, observa donde está esa energía.

—Siempre siento el pecho oprimido, parece que tengo ahí algo.

—Muy bien, siente esa energía allí. Tú te la puedes sacar con tus manos espirituales, puedes cogerla y echarla en algún sitio. Pregúntale a la abuela si tienen allí algo para dejar esa energía.

—Sí, me saco como una bola de dentro de mi. Se la doy y la meten como en una tina que tapan, y después la llevan como a un fuego, a un sitio donde se destruye.

—¿Te sientes mejor?

—Sí (suspira)

—¿Hay algún otro peso, alguna tristeza, o algo que quieres dejar aquí también ahora que tienes la oportunidad?

—¿Puedo dejar también dolores por cosas que han pasado, o que te hayan hecho, que siempre recuerdas?

—Claro, precisamente.

—Bueno, tengo uno que recuerdo mucho. Tenía 9 años, mi madre se fue con un señor y me dejó en la carretera. Allí pasé la noche, sola en la carrera.

—Oh, debiste pasar miedo.

—Sí, ahí cambió mi vida.

—¿Qué sentiste?¿Miedo?¿Tristeza?¿Falta de apoyo?¿Te sentiste abandonada?

—Sí, lloré y lloré mucho.

—Claro. Observa y siente en qué parte de tu cuerpo se quedó esa energía.

—Creo que está en todos lados.

—En todos lados, sí. Muy bien, pues ahora te la puedes quitar, como si te quitaras una capa, o un traje que llevas puesto. Pregúntale a la abuela si te puede ayudar a quitártelo.

—¿Me puedes ayudar? Es muy pesada. Como un traje muy pegado, pesado, como otra piel. Me la he quitado (suspira profundamente).

—¿Y cómo te sientes ahora?

—Mejor.

—Perfecto. ¿Y hay algo más que te gustaría dejar aquí, algún momento de tristeza…? Cualquier cosa.

—Bueno, mi padre murió teniendo yo 13 años. Cuando murió, mi madre sentía mucho miedo porque lo veía en todos sitios. Se le hicieron muchas misas..siempre quise hablar con el y le rezado, le hice hasta la ouija, para ver si contactaba con el. Se que lo paso muy mal, tenía muchos vicios…pero en el fondo me da que era un buen hombre, no se donde estará, alguna vez he soñado con él, pero hace muchos años.


—Pregúntale a la abuela de Manu si sabe donde esta tu padre

—Sí, lo sabe

—Pregúntale si esta en la luz

—Sí

—¿Y sería posible que tu hablases con el ahora?

—Me dice que tiene que preguntarlo… Sí, el esta en otro sito. Podemos ir los 3 a verlo… Entramos en una cúpula…pasamos pasillos, pasillos, puertas, puertas…está acostado en una cama…y me mira. Y yo le pregunto por qué está acostado. No se encuentra bien. Se está recuperando. Me dice que lleva allí mucho tiempo. Está igual. Le pregunto si se curará. Me dice que sí.

—¿De qué se esta recuperando ahí?

—De todo su cuerpo

—¿Lo tenia herido, o maltratado?

—Sí, por las drogas y el alcohol

—Y entonces ¿Eso es como una especie de restauración?

—Sí. Y le pregunto que si hace tanto que murió, ¿cómo es que está allí todavía?

Me dice que le falta poco para salir. Cuando yo vuelva el no va a estar allí. el nos ve desde allí a todos. Le permiten vernos

—¿Hay algo que le quieras preguntar o decir?

—Que me gustaría haber sido más mayor para ayudarlo(sollozos)

—¿Y el que dice?

—Que no fue un buen padre. Que lo siente, que lo perdone.

—¿Quieres darle un abrazo?

—Sí. Me dice que estoy guapa (solloza), que está orgulloso de mi

—Muy bien, ¿hay alguna cosa más que te gustaría dejar, algo que te gustaría saber

—¿De todo?

—Sí, de cualquier cosa. Preguntamos, y si se puede..

—Sí, (a Francisco), ¿Por qué hiciste tal cosa?

—Dice que no sabia lo que hacía, que nunca pensó hacer eso, pero que ese día se encontraba mal y alguien le dijo que yo ya no lo quería.

—¿Quien se lo dijo?

—Mi madre(entre medias de todo esto hicimos un proceso de perdón con su madre por eso y otras cosas que no transcribiré aquí). Eso me lo dijo antes de que pasara, y yo le dije que era mentira, que como podía pensar eso. Entonces yo me fui a duchar, y cuando salí ya…

—Se le fue la mano, no? Ahora lo comprendes?

—Me cuesta entender algo así. Estoy viendo todo lo que hizo. Ya lo tenia todo preparado…Quiero que esté bien.

—Algo más que le quieras decir?

—Que lo quiero, que lo sabe

—¿Algo más?

—No, quiero que se quede allí con su abuela. Me dice que sí, que se va a quedar con ella.

—¿Te va a acompañar alguien a salir o vas a salir tú sola?

—No, yo sola.

Voy a un sitio donde hay como una cascada, como una cortina trasparente. Miro atrás, nos tiramos besos, la abuela me saluda con la mano. Veo también a mi padre allí, que se ha levantado. Y ya no miro atrás y sigo, como si caminase sobre el mar…Y ya estoy aquí.



 


Puede que la añoranza que en ocasiones sentimos por un hogar de origen que no es de este mundo tenga que ver bastante con el anhelo de volver a estos espacios sutiles que han sido nuestro hogar mucho más permanentemente que los efímeros hogares terrestres. No tienen por qué ser ciudades celestiales, a veces son planetas, espacios dimensionales, incluso naves. No me cabe duda tampoco de que estos lugares son a su vez espacios intermedios en un camino gradual de vuelta hacia nuestra luz original, nuestra conciencia de SER, la fuente de la que emanamos como chispas de conciencia individuales y con la que en algún momento de este viaje de ida y vuelta nos volveremos a fundir. No me puedo imaginar un hogar más verdadero. O quizá, al mismo tiempo, nunca salimos y todo sea un gigantesco sueño, y lo soñado sea el soñador, y viceversa, y no haya ningún sitio a donde ir más que a este momento sin tiempo, sin espacio, sin mente…


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